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Aunque estés en la nube también pagas

Garantizar que las multinacionales, especialmente las del sector digital, con un modelo de negocio muy intensivo en activos intangibles fácilmente trasladables de un país a otro, abonen impuestos allí donde generan sus ingresos y así eliminar la discriminación que sufren las empresas tradicionales y las pymes, que siguen sujetas a los impuestos tradicionales.

22 diciembre 2020

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Los tributos se han referido tradicionalmente a conceptos como la sede física, los activos físicos, el número de empleados, entre otros. Sin embargo, los servicios digitales se prestan de forma “virtual” sin necesidad de ubicación física o desde una minúscula sede en un país fuera del territorio colombiano y, a menudo, generando facturaciones millonarias con un reducido número de empleados. La globalización también ha favorecido la creación de grupos transaccionales integrados por empresas presentes en varios países y con gran volumen de sus transacciones realizadas dentro del grupo (60 % del comercio mundial, según la OCDE). Dichas operaciones intragrupo presentan oportunidades de elusión fiscal, al ser muy difícil, en ocasiones, saber si el valor que se asigna a las mismas se corresponde o no con el precio de mercado.

Es necesario garantizar que las multinacionales, especialmente las del sector digital, con un modelo de negocio muy intensivo en activos intangibles fácilmente trasladables de un país a otro, abonen impuestos allí donde generan sus ingresos y así eliminar la discriminación que sufren las empresas tradicionales y las pymes, que siguen sujetas a los impuestos tradicionales.

Es urgente que en Colombia se inicie un proceso de creación de una política tributaria enfocada en la economía digital, siguiendo las recomendaciones de instituciones internacionales como la OCDE. Aunque en la región, Colombia es uno de los países que lleva la delantera en nivel de recaudo de impuestos en el comercio digital, estos adelantos son todavía débiles e ineficientes. Además, es necesario adoptar medidas urgentes para eliminar cuanto antes la discriminación que están sufriendo las empresas colombianas tradicionales. Las empresas del territorio contribuyen al generar empleo en el país y construir el presupuesto del Estado a través del pago de sus impuestos, frente a los nuevos negocios digitales prestados por multinacionales extranjeras que extraen valor de los ciudadanos (en forma de datos, de ventas e-commerce, etc.), pero que no generan empleo ni ingresos tributarios en Colombia.

En algunos casos será necesario redefinir el ámbito subjetivo de aplicación de los tributos (para incluir, no solo a las empresas establecidas en Colombia, sino también a las que generen ingresos procedentes de clientes en Colombia) o la definición de la base imponible.

Por tanto, se trata de resolver el desajuste producido entre el carácter transnacional de las operaciones de las grandes empresas, con presencia en varios mercados y con una distribución de sus funciones, activos y riesgos entre varias jurisdicciones, y la condición nacional de las normas tributarias que regulan dichas operaciones. En ciertos casos, las normativas nacionales se diseñan aisladamente, sin tener en cuenta la interacción con las normas de otros países. En el peor de los casos, este unilateralismo se manifiesta en un recrudecimiento de la competencia fiscal entre países, cuya intención es captar los beneficios que han sido generados en otras jurisdicciones.

La solución a ello solo puede venir de una mayor coordinación internacional y, en el caso de Colombia, de alcanzar un cierto grado de armonización en la imposición de los beneficios a las empresas. Pero mientras tanto hay cosas que se pueden adelantar a nivel nacional.

Por un lado, empresas como Amazon están compitiendo en la actualidad con las pymes colombianas de comercio minorista (librerías, ferreterías, electrodomésticos, etc.). Sin embargo, la multinacional de Jeff Bezos no está abonando el Impuesto de Industria y Comercio en Colombia, mientras que los pequeños comercios sí. La modificación de los diferentes tributos debería realizarse, bien por iniciativa del Gobierno, bien por iniciativa de los grupos parlamentarios en el Congreso de la República con un evidente beneficio: el incremento de ingresos públicos para actividades necesarias para el mantenimiento del Estado.

La gestión de estos tributos es fácil, dado que se calculan sobre ingresos, y gracias a la normativa de IVA sobre servicios digitales actual, después de la reforma tributaria del 2016, las multinacionales digitales ya están declarando los ingresos obtenidos en el país ante las autoridades fiscales. Por tanto, bastaría aplicarles el porcentaje de tipo correspondiente a esos ingresos declarados.

Además, mejoraría la inclusión económica de las pymes que compiten con los gigantes digitales y restablecería el level playing field fiscal, ya que, en la actualidad, las pymes sí están contribuyendo fiscalmente, mientras que las multinacionales digitales eluden la mayor parte de la carga fiscal que les corresponde solo porque la redacción de las normas fiscales aún está estancada en la era analógica.

Esta iniciativa mejoraría la autonomía de los municipios, ya que el gravamen mediante el impuesto de Industria y Comercio podría reportar mayores ingresos municipales y, por tanto, mayor autonomía de la política municipal.