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El objetivo de esta palanca es incentivar la comercialización de la base de nuestros productos de hogar y de higiene personal en cápsulas, eliminando el agua de los productos envasados. Esta palanca se basa en “Twenty”, innovación desarrollada por Mirjam de Bruijn. El objetivo es promover la innovación en el ecodiseño de los productos reduciendo sus impactos tanto en su fabricación como en la gestión posterior de los residuos.
Esta palanca se propone en el contexto de la nueva directiva europea que prohíbe la fabricación de productos de plástico de un solo uso como platos y cubiertos. La directiva contempla también la obligación de fabricar estos productos en materiales sostenibles. Se espera que los consumidores ahorren hasta 6.500 millones de euros por el coste del “usar y tirar”.
Y es que el 80% de los productos que adquirimos cuando compramos un champú o pastillas para el lavavajillas son agua. La idea es reducir significativamente las emisiones de envasado y transporte al eliminar el agua de los productos envasados. El producto comercializable es la base de ese champú o producto de limpieza en forma sólida, por ejemplo, cápsulas. Entonces, al adquirir el producto mucho más pequeño que el que se vende actualmente lo único que habría que hacer es mezclar el producto con agua.
Por el momento, esta idea podría extenderse a otro tipo de productos para tener un impacto en la reducción de emisiones. En definitiva, la palanca trata de corregir la gestión insostenible de envasado, transporte y consumo de productos. Se calcula que el 85% de la basura marina son plásticos, según datos de la Comisión Europea. La gran cantidad de residuos, además del impacto medioambiental, supone un gran desperdicio de materiales que se podrían reutilizar.
Los responsables de gestionar la idea serían las unidades de innovación de Universidades, empresas y administraciones que favorezcan un ecosistema que permita el rediseño de productos y procesos que tenga en cuenta el ciclo de vida y uso de los productos.
Pese a que el principal riesgo es su impacto en la industria del envasado y transporte de productos, los beneficios son mucho mayores: se avanzaría en el consumo responsable, despertando la concienciación de los consumidores en su responsabilidad en la cadena de gestión de los residuos y el consumo y se fomentaría la innovación en el rediseño de productos y procesos.
Su impacto se mediría gracias a los indicadores de impacto tanto en emisiones como en recuperación de productos.
Fases de implementación:
– Facilitar la relación entre los centros de investigación y desarrollo, centros de diseño y universidades con las empresas.
– Introducir en las Agencias de certificación de actividades de I+D+i un nuevo tipo de certificación fijado en el impacto medioambiental.
– Creación de un Plan Estratégico plurianual para la reducción de plástico en la fabricación de productos y la gestión de residuos.
Medidas para incentivar el consumo responsable:
– Aplicación del tipo de IVA superreducido (4%) a los productos certificados de bajo impacto medioambiental.
– Introducción de un impuesto a los productos de alto impacto medioambiental, que el contribuyente estará obligado a repercutir al consumidor final.
– Integrar la variable ambiental en todas las políticas sectoriales.
Estas diferentes fases y medidas tendrán el impulso de la administración estatal, siendo el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente y el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad los ministerios competentes. En aquellas competencias exclusivas autonómicas (principalmente gravámenes e implementación del Plan Estratégico), serán las respectivas consejerías.