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En España la inmensa mayoría de las películas que se proyectan en las salas de cine o se programan en televisión, se doblan. Se pierde así la oportunidad de acceder a las películas en su versión original y no se aprovecha la dimensión de aprendizaje de idiomas, sensibilización hacia otras lenguas y apertura hacia lo diferente que supone la versión original.
En cuanto a las medidas que se pueden poner en marcha serían, por un lado, un registro de la asistencia a las salas comerciales y audiencia televisiva, además de un análisis comparativo en el tiempo entre las películas dobladas y las películas en versión original y su evolución en el tiempo. Por otro lado, un estudio estadístico sobre el grado de satisfacción del público.
El responsable de su implementación sería el Ministerio de Cultura y, en cualquier caso, se trataría de una implementación gradual, similar a como se introducen los programas de bilingüismo en los colegios. Es decir, siguiendo la clasificación por grupos de edad para distinguir el contenido en los programas de televisión, se eliminaría el doblaje de la programación de televisión y en salas de cine para todo lo clasificado como infantil (hasta 7 años) o Todos los Públicos durante un periodo igual, 7 años en este caso. Después, se ampliaría a contenidos audiovisuales clasificados hasta los 18 años durante un periodo de diez años. Y a partir de aquí, todo sería ya en versión original.
De esta manera se consigue, por un lado, que la industria del doblaje tenga unos años de adaptación y reconversión y, por otro lado, educar ciudadanos que convivan con las versiones originales desde la base y lo integren como algo natural, creando una nueva generación de “nativos bilingües”.
Los beneficios potenciales de esta idea serían el acceso a productos culturales en su versión original subtitulada en una variedad de lenguas y, por tanto, la sensibilización y aumento de la competencia lingüística. Esta idea reduce costes y optimiza los gastos dedicados al aprendizaje de las lenguas extranjeras en el sistema educativo español.
Por el contrato, los costes asociados serían menores beneficios para la industria del doblaje y un esfuerzo mayor de adaptación por parte del público.
En línea con lo anterior, y como complemento de esta palanca, se propone también rotular los carteles de los museos nacionales en todas las lenguas oficiales del Estado.
El efecto capitalidad centraliza en Madrid muchas de las instituciones compartidas, tanto centros administrativos como ministerios, el parlamento o los tribunales más importantes como equipamientos culturales, los museos, los teatros, o las compañías de danza. La lógica geográfica y económica es inapelable, pero al mismo tiempo produce una distancia respecto al resto de la población que no los siente propios.
Las cartelas de los grandes museos nacionales, como el Museo del Prado o el Reina Sofía, solo están en castellano, una de las cuatro lenguas oficiales. Sería relativamente sencillo traducirlas también a catalán, euskera y gallego.
En este sentido, al igual que están en versión reducida en inglés, tendría sentido que la descripción de los cuadros u obras expuestas se encuentre también en catalán, euskera y gallego.
Esta idea trataría de solucionar una identificación de lo común con Madrid.
En el caso de los museos nacionales, la responsabilidad de gestionar esta idea sería del Ministerio de Cultura a través de los respectivos patronatos.
Se podrían medir los resultados de esta iniciativa a través de encuestas de satisfacción de los visitantes.
Los beneficios serían generar un sentimiento de inclusión, además de la normalización del uso de las lenguas cooficiales fuera de sus zonas de uso. Asimismo, se reforzaría la idea de que, aunque la sede esté en Madrid, esos bienes y recursos son de todos.
En cuanto a los costes y posibles riesgos, se podría percibir que es un gasto inútil y, por tanto, un narcisismo de la pequeña diferencia.