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Recuperar la memoria vaciada de las mujeres

¿Por qué no existen más archivos personales de mujeres? Una cuestión que invita a un debate profundo.

16 marzo 2021

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1. Planteamiento general

Los archivos, los museos y las bibliotecas son contenedores de información y memoria. Edificios llenos de cajas, papeles, libros y objetos que cuentan la Historia de la que formamos parte y también nuestra propia historia. Son los testigos, el rastro material de las huellas de nuestra existencia, de nuestra creación, de lo que una vez pensamos e hicimos. Son, nada más y nada menos, aquello que nos permite construir la historiografía de nuestra genealogía. Nos permite estudiar y conocer el pasado para entender y construir mejor nuestro futuro.

En el caso de las mujeres, todo es un poco más complicado. Es difícil encontrar archivos personales, incluso de las mujeres más importantes, ya sean artistas, literatas, políticas, o aquellas que han ocupado cargos o posiciones relevantes en el pasado más reciente. No existen prácticamente casas natales, museos o instituciones que se encarguen de recuperar de manera sistemática su legado y su memoria. Son, por tanto, pocas -podríamos decir muy pocas-, las habitaciones propias en esas “casas de memoria”. Así, nos encontramos ante una memoria vaciada que hace muy ardua y compleja la construcción y reconstrucción de relatos que cuenten la historia y la vida de las mujeres: si lo que no se nombra no existe, lo que no existe, existe todavía menos.

En este sentido, poner a disposición ciudadana colecciones documentales de mujeres, entendidas estas en el sentido más amplio del término documento (dice la RAE: “Cosa que sirve para testimoniar un hecho o informar de él, especialmente del pasado”), debería ser una cuestión de Estado, de consenso, de tránsito transversal, vertical y horizontal. Es necesario poner en marcha políticas públicas de recuperación y difusión activa de este tipo de fondos. Debemos poner la mirada en el horizonte: no solo es importante recuperar las colecciones perdidas y los fondos dispersos; además, tenemos la obligación de generar nuevas iniciativas que nos permitan guardar hoy lo que en el futuro será pasado para que las próximas generaciones, sin importar las ideologías o los posicionamientos, no se encuentren con ese mismo vacío que nos encontramos hoy.

Hacer, por tanto, accesibles las fuentes primarias de información es uno de los pilares fundamentales de los sistemas democráticos, porque el acceso a la información y a la cultura es transformacional. Su conocimiento directo y no mediado nos permite imaginar, crear y pensar sin barandillas, construir relatos al margen de los estereotipos o de las ideas de otros. El acceso a las fuentes primarias, sean del tipo que sean, fomenta el pensamiento crítico, el debate plural, la reflexión y el intercambio de posiciones; consolida y pone en valor nuestras políticas de memoria.

Virginia Woolf escribía en 1929 que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”. Con esta ‘palanca’, como ella, alzamos la voz y reclamamos que las políticas públicas para la recuperación de esta memoria vaciada deben tener dotación y recursos, y que las instituciones de información y memoria deben hacer habitables más habitaciones propias para que sean ocupadas por el legado de estas mujeres. Y, entre todos y todas poder escribir la Historia, aunque -como termina Woolf en ese mismo párrafo- “esto deje sin resolver otros grandes problemas.”

Como ejemplo para la reflexión, tomamos como referencia el caso particular del archivo de Ritama Troyano de los Ríos, sobre el que Ritama Muñoz-Rojas, su nieta, ha trabajado y hace ahora un año fue depositado en la Biblioteca Nacional de España.

2. “Piensa bien qué vas a hacer con ello. Tiene mucho valor”: el archivo de Ritama Troyano de los Ríos.

Por Ritama Muñoz-Rojas

El Archivo Ritama Troyano de los Ríos (1905-2004), actualmente depositado en la Biblioteca Nacional de España (BNE), es uno de los pocos casos que debemos a la iniciativa de una mujer. Su contenido también es verdaderamente singular, pues sobrepasa lo que cabría esperar de un legado que gira básicamente en torno a la vida y acontecimientos de una persona. Ritama Troyano recopiló documentos familiares que abarcan desde mediados del siglo XIX, hasta mediados del siglo XX, un siglo. En cuanto a las personas, tampoco se circunscribe únicamente a la actividad o la vida de Ritama Troyano, a su correspondencia o a sus fotografías. Uno de los protagonistas es Fernando de los Ríos (1879-1949), por lo que la mayor parte de este archivo está en relación con su época, su trayectoria, su vida profesional, intelectual y personal. Pero nos encontramos con cartas, postales, escritos o fotografías de muchas personalidades de principio del siglo XX, así como testimonios de la vida política y cultural de la época. Tiene mucho peso en este archivo todo lo relacionado con la Institución Libre de Enseñanza y, sobre todo, con las mujeres, mujeres intelectuales, cultas, modernas, que estaban rompiendo moldes antes de 1936.

La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué no existen más archivos personales de mujeres? Es una cuestión que invita a debate profundo. Conocer la historia del archivo Ritama Troyano de los Ríos puede ayudar en esa reflexión. O, por lo menos, servir como ejemplo del legado de una mujer que recogía lo que pasaba a su alrededor con intuición y vocación de futuro. Recuerdos y testimonios que, al cabo de los años, se convierten en documentos históricos a disposición de los investigadores y del público en general.

Historia de un archivo personal

Ritama Troyano de los Ríos nació al final del verano de 1905, en el Monasterio de Santa María de El Paular (Rascafría, Madrid). Por aquellos años, en este conjunto monumental desafectado tras la Ley de Amortización de 1835, pasaban las largas vacaciones de entonces artistas, poetas y también intelectuales vinculados, sobre todo, a la Institución Libre de Enseñanza. De hecho, fue María Goyri, esposa de Don Ramón Menéndez Pidal, quien ayudó en el nacimiento a la niña que fue bautizada como Rita María de El Paular y que, con los años y el genio de Federico García Lorca, se convertiría en Ritama. Desde su nacimiento, Ritama Troyano vivió rodeada de intelectuales, políticos y personalidades del arte y la cultura del primer tercio del siglo XX. Era sobrina del político socialista y catedrático de Derecho Fernando de los Ríos; sobrina también de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza. Por vía paterna, su abuelo fue Manuel Troyano, político y respetado periodista, sobre todo en El Imparcial, senador y diputado en Cortes en la época de la Restauración; sobrina nieta de Andrés Mellado, también periodista y político, familia de Ríos Rosas, de Hermenegildo Giner… Por todo ello, la casa familiar de Ritama Troyano fue siempre un lugar de encuentro por el que pasaron a lo largo de los años figuras ahora históricas como Manuel Azaña, Cipriano Rivas Cherif, Francisco Giner de los Ríos, Federico García Lorca, Manuel de Falla, José Ortega Munilla, Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Indalecio Prieto, José Castillejo y una larga lista que sería imposible completar ahora.

Pero tan importante como el contacto y los momentos vividos con estos grandes hombres que formarían parte de la historia y de la vida de Ritama, y cuyos testimonios o recuerdos ella fue guardando desde su juventud, es el ejemplo de las mujeres con las que convivió estrechamente, sobre todo durante su juventud, y a las que siempre siguió unida; mujeres cuyo peso ha pasado casi inadvertido, quizá por la sombra que ellos proyectaban sobre ellas, quizá también porque no hemos sido capaces de valorar el aporte de mujeres realmente singulares en ese momento tan importante en que España comenzaba a ser un país moderno, gracias, en buena parte, a muchas mujeres. La madre de Ritama Troyano, Concepción de los Ríos Urruti, fue escritora y también traductora al español de novelas escritas en francés. Su tía, Gloria Giner, maestra, fue profesora de la Escuela Normal Superior de Maestras, de la Institución Libre de Enseñanza y de la Universidad de Columbia (Nueva York); autora de manuales de Historia y Geografía, siempre con vocación renovadora, trabajó para que el canon androcéntrico de los estudios geográficos incluyera a las mujeres. Desde su exilio en Nueva York, desarrolló una fructífera labor educativa, filológica, literaria, jurídica y cultural. La prima de Ritama, Laura de los Ríos, fue autora de libros sobre literatura española; profesora para extranjeros en Barnard College, de la Universidad de Columbia de Nueva York, y en la Escuela de verano de Middelbury, donde desarrolló junto a otras mujeres exiladas una fructífera labor educativa; fue editora de la obra de su marido, Francisco García Lorca. Podríamos seguir con la lista de mujeres de la familia de Ritama Troyano, como Tomasa Pantoja, esposa de Alberto Giner, una mujer que hablaba varios idiomas y que mantenía una estrecha relación con los jóvenes pensionados que andaban ampliando sus conocimientos por Europa en los primeros años del siglo XX.

Las amistades de Ritama, cultivadas casi todas en sus años como alumna del Instituto Escuela, siguen este patrón: mujeres cultas, inquietas, que hablan idiomas, viajan por Europa, incluso América solas, estudian en la Universidad, les interesa la política, el arte, la cultura y, en la década de los años veinte y treinta están despegando como solventes profesionales en diferentes campos de la sociedad. Cito, por ejemplo, a Sofía Novoa, poeta, musicóloga integrada en el entorno de la generación del 27, en Madrid; en el exilio fue catedrática en Nueva York. Marina Romero escritora, poeta y ensayista de la Generación del 27; depurada tras la Guerra civil, se estableció en Estados Unidos como profesora de Lengua y Literatura española en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey); fue presidenta de honor de la Liga Española Pro-Derechos Humanos. Ángeles Gasset, Carmen Castro catedrática, traductora, columnista y escritora; Jimena Menéndez Pidal, Isabel García Lorca, Ana Tapia, Elena Cruz, Zenobia Camprubí y muchas otras que, como digo, responden a un modelo de mujer que empezaba a despuntar en el primer tercio del siglo XX y que desaparecieron, se invisibilizaron tras el golpe de 1936.

Consciente del valor y trascendencia de los acontecimientos que tuvo la suerte de vivir y de la importancia de las personas que la rodeaban, Ritama Troyano fue recogiendo testimonios y recuerdos de muy diverso carácter sobre su relación con ese entorno: correspondencia (cartas, postales, telegramas), fotografías, prensa, catálogos de exposiciones, programas, conferencias, actividades en centros como la Residencia de Estudiantes, la Residencia de Señoritas o la Universidad Internacional de Santander, documentación familiar; con su gran inteligencia y su exquisito sentido para separar el polvo de la paja, recogió, guardó y conservó durante toda su vida un valioso conjunto de documentos ahora convertidos en archivo, el archivo Ritama Troyano de los Ríos, depositado en la BNE.

No estoy segura de que mi abuela, Ritama Troyano, guardara todo ello para crear uno de los primeros archivos personales de una mujer que se deposita en la BNE. De lo que no me cabe la menor duda es de que cuando me lo entregó, era muy consciente de la importancia y el valor documental que tenía. “Piensa bien qué vas a hacer con todo esto”, me dijo, “tiene mucho valor”. Y ese mandato me ha guiado hasta llegar a este momento en que la Fundación Felipe González se ha interesado por ello. Un verdadero honor que a ella le hubiera hecho mucha ilusión. He pasado muchas, muchas horas con todos esos documentos, fotografías y testimonios increíbles que me entregó mi abuela.  Maravillosos, impagables y largos ratos conociéndolos, hasta que llega el momento mágico en que ese conjunto de papeles, fotos, folletos cartas y postales te habla y te cuenta la historia, las historias, que guardan.

Lo que cuenta un archivo

El archivo Ritama Troyano de los Ríos contiene el relato de cómo se fue levantando el país con el que soñaban los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, hombres buenos que creyeron en la Cultura y la Educación como herramientas imprescindibles para el desarrollo de la sociedad y pusieron en marcha un engranaje muy bien ideado para conseguir su sueño.

Cuenta también como un grupo de jóvenes agrupados en torno a la figura de Francisco Giner de los Ríos, salen a recorrer Europa para regresar con ideas y proyectos nuevos que sirvan para regenerar España. Es la generación del 14, la que proclamará la República, la de Fernando de los Ríos, José Ortega y Gasset, Julián Besteiro o José Castillejo, por citar algunos nombres. Y su relato sigue. Ahora, el archivo nos muestra los frutos, el resultado de los esfuerzos de la generación del 98 y la del 14. Vemos a la generación de la República, la Generación del 27. Vemos a Federico García Lorca al frente de la Barraca; vemos las Misiones Pedagógicas; vemos a la Residencia de Estudiantes en ebullición. A José Ortega y Gasset llenando a rebosar auditorios o salas de cine para hablar de ¡filosofía! El Crucero por el Mediterráneo, organizado desde la recién creada Facultad de Filosofía y Letras; Ritama recorta y guarda las crónicas y críticas de los estrenos teatrales, de conferencias, de exposiciones (Yerma, Bodas de Sangre, Madame Curie, Exposición de los Ibéricos); recorta los famosos Folletones de El Sol, en el que están publicando incipientes autores, ahora imprescindibles. Llama la atención el tino con el que selecciona en la prensa, casi siempre El Sol, artículos o poesías de jóvenes que empezaban a asomar la cabeza en esos momentos, años treinta, y que hoy son grandes nombres de la literatura.

El relato de este archivo termina de la peor manera. Guerra, muerte, exilio. Aquellos a los que hemos conocido entusiasmados con la tarea de construir un país moderno y europeo, terminan sus días en el exilio, si no en la cárcel o asesinados. Las cartas desde el exilio de la familia de Ritama Troyano, verdaderamente conmovedoras, las recogí en el libro Poco a poco os hablaré de todo. Historia del exilio en Nueva York de la familia De los Ríos, Giner, Urruti, publicado por la Residencia de Estudiantes (2010).

La memoria de las primeras modernas

Junto a esta crónica sobre un país que a punto estuvo de ser moderno, el Archivo Ritama Troyano de los Ríos guarda algo verdaderamente singular. La huella, el recuerdo, la memoria de un grupo de mujeres jóvenes que habían nacido a principio de siglo y que están rompiendo moldes. Es emocionante el intercambio de correspondencia entre ellas desde diferentes ciudades de Europa; se escriben en inglés, se fotografían en Oxford, Cambridge, Mallorca. Salen de excursión por España, solas o con amigos. Van a conciertos, a museos, a exposiciones, a conferencias. Hacen deporte, usan pantalones, van a la playa… La propia Ritama pasó un año en Inglaterra (1929) como profesora de español. Son la primera generación de mujeres viajando solas por Europa. Emociona reconocer, en las postales que se mandan, en las fotografías que se hicieron y que conserva el archivo, la alegría, el entusiasmo, las ganas de vivir y de disfrutar de esta generación de mujeres modernas y avanzadas que eran consciente de ser las primeras en muchas cosas. La mayoría de ellas fueron depuradas tras la guerra o tuvieron que exiliarse.

Contenido del archivo

Cartas. Unas 650 cartas, en su mayoría escritas por la familia De los Ríos y Giner durante el exilio, desde Nueva York, Puerto Rico y República Dominicana.

 Postales. Cerca 250 postales, de diferentes remitentes y dirigidas a diferentes destinatarios. Hay algo más de 60 enviadas por Fernando de los Ríos entre 1905 y 1930 durante sus viajes por Europa y América. Hay un buen número escritas por pensionados de la Juan de Ampliación de Estudios durante sus viajes por Europa. Son de destacar las de mujeres jóvenes que viajaban solas por Europa en los años treinta del siglo pasado.

 Fotografías. Más de 400 fotografías. Las más antiguas, de mediados del siglo XIX, corresponden a los antepasados de la familia De los Ríos y Troyano, en Ronda. Un buen grupo de estas imágenes reflejan el ambiente de los jóvenes vinculados a la institución Libre de Enseñanza, entre 1920 y 1935, con los que se relacionaba Ritama Troyano: excursiones a la sierra de Guadarrama (Madrid); viajes en grupo a diferentes ciudades; jóvenes españolas recorriendo Europa; imágenes de la Barraca, de Federico García Lorca, de la Residencia de Estudiantes, Nerja, el Pardo, entre otras. Un segundo bloque corresponde al exilio de la familia de Ritama Troyano.

 Revistas, periódicos y recortes de prensa que por diferentes motivos recogió o conservó Ritama Troyano de los Ríos. Por ejemplo, varias crónicas sobre la muerte de Francisco Giner de los Ríos, notas y artículos de o sobre Fernando de los Ríos o sobre José Ortega y Gasset; folletones de El Sol, críticas de libros o teatrales.

 Folletos, catálogos y programas de la Residencia de Estudiantes y de otras instituciones culturales.

 Otros documentos. Por ejemplo, notas o fichas bibliográficas de Fernando de los Ríos; discursos y conferencias de Fernando de los Ríos; artículos o textos de Indalecio Prieto. Documentación familiar, como el singular cuaderno de condolencia con las firmas de los principales políticos y escritores en 1932.

3. Propuestas

 Como decimos, hay pocas instituciones culturales dedicadas específicamente a la difusión del legado de las mujeres. De las que hemos podido tener noticia, suelen tener carácter regional o local, sin apreciarse en ellas grandes iniciativas a nivel estatal. Las bibliotecas y centros de documentación especializados en mujeres están más desarrollados que los archivos o museos especializados o centrados en la actividad profesional de las mujeres.

Por ejemplo, de los 87 archivos privados depositados en el Centro Documental de la Memoria Histórica, sólo 7 son de mujeres. De las 98 colecciones custodiadas en este centro documental, únicamente 2 son de mujeres. En cuanto al Archivo Histórico Nacional, de los 60 archivos personales que custodia, sólo 9 pertenecen a mujeres. Además, la mayoría de estos archivos no están accesibles en línea, ni siquiera descritos en su totalidad. Destacan el archivo de Margarita Nelken y el de María Cristina de Borbón por ser los únicos que sí están catalogados, digitalizados y accesibles en su totalidad. En el caso de la Residencia de Estudiantes, por ejemplo, los fondos específicos de mujeres que se conservan son pocos, y están en unión al de sus maridos.

Se apuntan a continuación distintas líneas sobre las que podría ser interesante trabajar:

 – Identificar, localizar y poner a disposición fondos documentales y colecciones de mujeres, de tipologías diversas, dispersas o deslocalizadas; centralizar el conocimiento del que disponemos sobre el legado y la memoria de las mujeres en España, ya se trate de artistas, literatas, científicas, políticas, etc. Algunas herramientas centralizadoras y difusoras de este conocimiento podrían ser fácilmente realizables: mapas, sitios webs o cualquier otra iniciativa que se configure como plataforma centralizadora y de referencia, adquiriendo el compromiso de ser actualizada y de construirse como un motor generador de una red de trabajo entre las iniciativas regionales y locales.

Existen iniciativas aisladas, pero no políticas publicas de carácter nacional. Se propone el diseño de políticas públicas, cuotas y partidas presupuestarias dedicadas específicamente a la recuperación del legado y memoria de las mujeres.

 – Definir políticas archivísticas, incluir secciones o colecciones en las instituciones de memoria dedicadas a su visibilización. Implementar la perspectiva de género en la descripción archivística y bibliotecaria: revisión de los sistemas de clasificación, valorar posibilidades como poder buscar por varón-mujer para poder precisamente obtener resultados en las búsquedas agrupadas por productor o autor (en la actualidad, para identificar el número de fondos disponibles hay que contar uno por uno).