Accede al Archivo

Noticias

Pistas de la historia para idear un nuevo futuro

En junio de 1991, la OTAN se reunía en Londres para acordar una hoja de ruta tras la guerra fría. Discursos auto-complacientes que no gustaban a un todavía joven, pero ya experimentado presidente de gobierno español.

Jonás Fernández Álvarez. Economista y eurodiputado socialista.

En noviembre de 1989 las televisiones de todo el mundo recogían las imágenes de unos jóvenes de la Alemania oriental saltando por encima del muro de Berlín. Finalizaba así un siglo que se había iniciado con el resurgir de los nacionalismos y de las doctrinas totalitarias en todo el continente en las primeras décadas de la centuria. En junio de 1991, la OTAN se reunía en Londres para acordar una hoja de ruta tras la guerra fría. Discursos auto-complacientes que no gustaban a un todavía joven, pero ya experimentado presidente de gobierno español.

Meses después, en Paris, se celebró la última cumbre de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) que aunaba a todos los líderes europeos, desde el Atlántico a los Urales, desde los territorios polares a los mediterráneos, junto a Estados Unidos y Canadá. La cita estableció un nuevo marco de principios y valores en la esfera internacional, y se abrió también un espacio de colaboración entre la OTAN y los miembros del todavía Pacto de Varsovia. Fue el inicio de lo que se conoció después como el “fin de la Historia”, siguiendo las tesis de Fukuyama. Un presidente español organizaba su discurso y comenzaba a soñar con un horizonte de paz y de libertad en toda Europa. El mismo presidente que tras finalizar su primera presidencia rotatoria de la entonces Comunidad Económica Europea detallaba en una libreta unas notas sobre la Europa del siglo por venir, la del presente.

Felipe González, ese presidente, ha decidido hacer público miles de documentos, papeles, notas, borradores, etcétera, de sus años en la primera fila de la política española y europea. En apenas unas semanas tendremos acceso libre y telemático a toda esa documentación, que no sólo nos permitirá conocer las dificultades, restricciones y complicados equilibrios con los que cualquier gobierno convive, sino también las aspiraciones, objetivos y referencias intelectuales de la persona que ha liderado España durante casi tres lustros.

Durante años, Felipe González ha venido declarando que no deseaba escribir sus memorias, aunque muchos considerábamos que debía realizar ese ejercicio. La reconstitución del PSOE, la Transición, la entrada de nuestro país en la Unión Europea y en la OTAN, la modernización de la economía, la puesta en marcha de un moderno Estado de Bienestar y la negociación del Tratado de Maastricht jalonan una historia personal que también lo es de España. Y las generaciones que venimos detrás nos merecemos conocer de primera mano la historia de ese gran proyecto modernizador y progresista de España. Sin embargo, González siempre se había mostrado reacio a enfrentarse biográficamente con su pasado, siempre pendiente del futuro y con una curiosidad permanente con el devenir de los tiempos. Ahora bien, este nuevo proyecto se presenta aún más interesante que unas memorias dado que una visión retrospectiva y personal siempre está sujeta a deformaciones.

En estos momentos, una nueva generación de europeos está comenzando a ocupar importantes espacios de responsabilidad, tanto en la arena pública como en la privada. Una nueva generación que en nuestro país se ha criado en la España socialista de los años ochenta, la que amplió nuestras posibilidades de formación y nuestro marco de referencia geográfico, intelectual y sentimental. Tener acceso a las ideas, pensamientos, sueños y pesadillas del presidente González es una nueva contribución para conocer mejor nuestro pasado y atinar en nuestras decisiones de futuro.